Tras brillar durante años en los diamantes de las Grandes Ligas, el exbeisbolista dominicano Starlin Castro ha encontrado una nueva pasión lejos del bate y el guante: la gallística.
Esta tradición profundamente enraizada en la cultura dominicana se ha convertido en el nuevo terreno competitivo de Castro, quien ha trasladado su enfoque, disciplina y espíritu ganador al mundo de la crianza y entrenamiento de gallos de pelea.
Lejos de ser un pasatiempo ocasional, la afición de Castro por los gallos se ha convertido en una actividad que asume con total seriedad.

Su implicación va mucho más allá de la simple asistencia a eventos o peleas: invierte activamente en la adquisición de ejemplares de alta genética, se involucra en su crianza, y supervisa de cerca los entrenamientos, buscando desarrollar aves fuertes, ágiles y con un linaje de campeones.
Aunque no se han revelado detalles precisos sobre las cantidades que ha destinado a esta nueva pasión, se sabe que en el mundo de la gallística los precios pueden alcanzar cifras notables.
Algunos ejemplares, especialmente aquellos provenientes de líneas de sangre ganadoras, pueden costar miles de dólares, reflejando el nivel de compromiso y exclusividad que requiere esta actividad.

La transición de Castro del béisbol profesional al universo gallístico no solo evidencia su deseo de seguir compitiendo y destacándose en un entorno exigente, sino que también representa una forma de reconexión con sus raíces.
En un país donde las peleas de gallos son parte del legado cultural, su involucramiento en esta práctica reafirma la importancia de mantener vivas las tradiciones que forman parte del tejido social y cultural de la República Dominicana.
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Así, Starlin Castro demuestra que la pasión y la dedicación no se limitan a una sola etapa de la vida ni a un único escenario. Tras una carrera deportiva que lo llevó a la élite del béisbol mundial, ha sabido reinventarse y canalizar su energía hacia una actividad que no solo lo motiva, sino que también refleja su identidad.
En el ruedo gallístico, como antes en el terreno de juego, sigue siendo un competidor decidido, ahora apostando por plumas en lugar de bates, pero con la misma convicción de siempre.